Se me encoge el corazón cuando mi empatía me viste con la piel de la
madre de los dos niños de Córdoba, de cuya desaparición hay noticias frescas y
crueles a partes iguales. Ya no queda la remota esperanza de recuperarles con
vida, porque los huesos de la hoguera encontrados en la finca de los padres del
monstruo son humanos, incluso el informe afirma que son de niños de edades
parecidas a las de Ruth y José. Blanco y en botella.
De igual manera, se me hizo
un nudo en la garganta cuando, escuchando la noticia del último ataque del
gobierno sirio contra los rebeldes, vi en las impactantes imágenes cómo
levantaban el cadáver de una madre y el de su hijo de corta edad bajo ella,
como si hubiese querido protegerle, solo que sin éxito. Menudos rebeldes. El mundo
está desbocado a fuerza de latigazos de mentiras y medias verdades. La historia
de la humanidad alberga episodios como éstos e incluso mucho más duros, pero a
nosotros nos ha tocado presenciar los de este momento difícil, y vamos en la
dirección equivocada. Ojalá consigamos ese cambio de conciencia del que tanto
se habla y se escribe. Me dan vértigo las curvas y cambios de rasante por los
que circula este mundo aterrador. Alguien
tiene que tirar del freno de mano, pero los cocheros son mancos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario