Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

jueves, 19 de julio de 2012

Un cuento de mujeres pepeciales


                                      Un cuento de mujeres pepeciales.

     Ya lo dije antes de ahora: la princesa está triste. Está triste desde el mismo momento en que las urnas proclamaron la victoria de Mariano, porque ella sabía lo que Mariano podía dar de sí. Ella sabía de primera mano lo que escondía Mariano en su manga, además de "los chuches". Y sigue con la mirada perdida, enigmática, melancólica, temerosa, rogando al cielo en la intimidad que no acabe todo en una desgracia, cuyo máximo responsable sería el de la lengua de trapo. Ya lo cantaba la copla: “Marianete, si no sabes torear, p’a qué te metes…” 


      Viri, desde la cima de la montaña, ve trepar a una niñata, Andreíta de los Montes, que entusiasmada grita: “Papi, papi, mira qué bien trepo… Los de abajo me increpan, papi. ¡Que se jodan! Cuidado, papi, que te quieren empujar, ¡ay, papi, que te caes rodando…!” 


     Por un sendero paralelo, viene pisando con garbo mini Soraya, mirando arriba, con perspectiva, sin perder de vista la cumbre, ignorando al resto de alpinistas, altiva, arrogante, impasible, con una media sonrisa dibujada en su cara. “Mamá, quiero teta…, mamá, cámbiame el pañal, que tengo el culito escocido… ¡Calla, egoísta!, ¿no ves que me esperan en la rueda de prensa…? Voy a poner carmín en mis morritos, y yo… ¡con estos pelos!”


     Y sentada ante las impresionantes vistas, por encima del bien y del mal,  con el gesto acartonado por la proteína botulínica, está sentada en su trono la Cospe. Trae instrucciones precisas de los Bilderberg, sus amos y señores, para repartir leña a diestro y siniestro, que estos campesinos analfabetos no saben lo que se traen entre manos, y hay que ponerlos en su sitio. “¡Espe, trae ipso facto mi espejito mágico, que necesito una dosis de autoestima…!”

 
     Mientras, no lejos de allí, Botella de Aznar ensayaba su discurso magistral, ante la atónita mirada de su improvisado público:
 “ Nuestro credo político tiene unos puntos muy claros, que son: Grecia, Roma, el Cristianismo y Europa…”.


     Y pasaron los años, y por aquellas laderas se libraron batallas, y rodaron cabezas, y los más avispados coronaron la cima, y las damas se entremezclaron con naturalidad y demostraron sobradamente su agilidad para trepar, y lo hacían igual de bien o de mal que cualquiera, y… 

         ¡colorín, colorado, este cuento de mujeres pepeciales se ha acabado!


                               THE END

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