Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

lunes, 17 de enero de 2022

Trigésimo cuarto de mi mediano

 

Parece mentira pero, mi hijo mediano, Alberto, ha cumplido 34 añazos. 

La máquina del tiempo usa pilas Duracell y no concede prórrogas ni aplazamientos a nadie, por mucho dinero que tenga. De todos es sabido, no conoce la misericordia ni practica la empatía, ni nada que se le parezca. Así que, si somos suficientemente inteligentes, debemos saborear cada momento, cada ocasión, cada evento, cada reunión, cada viaje, cada abrazo, cada alegría, proceda de donde proceda, porque mañana puede ser tarde.

Y eso es lo que hemos practicado este fin de semana en familia. Alberto hizo 34 años y fue la excusa perfecta para estar todos juntos, que no revueltos, en casa, tranquilamente, comiendo, bebiendo y charlando de nuestras cosas y, por descontado, inmortalizando el encuentro en un reportaje fotográfico, para poder disfrutarlo cuando necesitemos un chute de felicidad con efecto retroactivo.

Viendo la estampa con mis cuatro hombres no puedo sentir más que una infinita satisfacción. Y la instantánea de las cuatro parejitas me transmite perplejidad, estupefacción y un orgullo indescriptible. Supera cualquier expectativa soñada, cuando formar mi propia familia solo era un ilusionante proyecto cogido con alfileres. 

Alberto está centrado, bien acompañado, con estabilidad laboral y afectiva, arropado y querido por sus padres y hermanos... ¿Qué más se puede pedir? Bueno, él sabrá qué deseo le pasó por la cabeza mientras soplaba las velas de su tarta. Ojalá alcances todas tus metas. 

 

¡Felicidades, hijo! 

 


 

 

 


 

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