Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

lunes, 11 de noviembre de 2019

El tiro por la culata


Después de conocer los resultados de nuestra última excursión a las urnas y sus consecuencias, he podido constatar que a la mayoría nos ha salido el tiro por la culata.
A Sánchez, que parece creer que puede repetir lo de “y tiro porque me toca” cada vez que le da la gana y hacer de su capa un sayo, a ser posible sin permiso de nadie. Si en abril lo tenía difícil, ahora va a ser misión imposible con la soberbia y la ambición que le caracterizan.
A Casado que, a pesar de haber mejorado sus resultados anteriores, le ha sabido a poco teniendo en cuenta que necesitará ayuda de otras formaciones para ejercer algo de autoridad en el día a día.
A Iglesias, que asiste anonadado a la caída en desgracia de sus discursos desgastados de pura inconsistencia, y ve cómo sus incondicionales de antaño se desvinculan de sus ideales disipados.
A Rivera, que lo tuvo todo en sus manos y todo lo ha perdido por una concatenación de errores irreversibles, que le han pasado una costosa factura personal y han dejado tocado y hundido a su partido.


A los sufridos españoles, que lo único que podemos hacer, votar, lo hacemos, como si la solución estuviera en nuestras manos y no en las de los políticos, a los que pagamos para que levanten este país decepcionado y deprimido, pero ellos son incapaces de llegar a pactos de gobierno con el panorama que arroja el sufragio.
Solo han dibujado una sonrisa de oreja a oreja Abascal y sus compañeros de formación, que han irrumpido en la escena política con fuerza y ganas de dar un puño sobre la mesa para intentar poner orden en todo este caos que se nos hace ya insoportable. Cuidado, Sánchez, con llevarnos a unos nuevos comicios que, en el camino, los votantes que pierden algunos los recogen otros…
Menuda cara de desencanto, por no decir de otra cosa, se nos ha quedado a todos. Quien siembra tormentas, recoge tempestades. Ojalá se cumpla que “después de la tormenta, viene la calma”. 

                     ¡Ay, Señor, qué cruz…!


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