Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

miércoles, 2 de enero de 2019

1 de enero


                        
Nada ha cambiado. 


Salió el sol como de costumbre, iluminando con descaro las primeras horas, hasta cegar mi absurda tristeza.


Nada ha cambiado.


Mi espejo me escupe a la cara que soy la misma de ayer, la misma de siempre. He caminado pisando las huellas frescas del pasado, como un tren decimonónico sobre raíles desgastados.


Nada ha cambiado. 


El ritmo del viejo reloj de pared permanece impasible e inmune al desaliento, como mis largos suspiros.


La mañana se viste de silencio y arropa los sueños, arañados por los cristales de los excesos encadenados.


Soy la misma que contempla el milagro de cada amanecer con admiración y sorpresa, 


la misma que llora por dentro al tiempo que esboza una sonrisa en la cara, 


la misma que olvida desaires para seguir viviendo, 


la misma que lucha con todas sus fuerzas por tirar del carro de las obligaciones autoimpuestas,


la misma que cree en el amor por encima de todas las cosas.


Nada ha cambiado. 


Pero ya nunca nada volverá a ser lo mismo.



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