Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

sábado, 5 de enero de 2019

Recuerdo de "Los motes" en 2009

                    
 LOS MOTES

    Soy nieta del “Déjale”, en cuyo DNI figuraba: Antonio Arcos Miranda. El que más y el que menos, en este pueblo y en cualquier otro, está vinculado a un mote, un apodo por el se conocía a algún miembro de su familia o a él mismo. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, hay varias acepciones:
- “Sobrenombre que se da a una persona por una cualidad o condición suya”.
- “Nombre que suele darse a una persona, tomado de sus defectos corporales o de alguna otra circunstancia”.
- “Chiste o dicho gracioso con que se califica a una persona o cosa, sirviéndose ordinariamente de una ingeniosa comparación”.
    Estos significados dan mucho de sí, y en Santa Marta (supongo que igual que en otros municipios), el gracejo de sus habitantes ha plagado el censo de sobrenombres.
    Algunos todavía siguen vigentes, se han heredado generación tras generación; otros, en cambio, sólo permanecen en el recuerdo de los mayores, y desgraciadamente alguno se habrá perdido en el túnel del tiempo.
    A mí me gustaría recuperar el mayor número posible de ellos, reunirlos todos y poder publicarlos para evitar que se pierdan en el olvido. Yo lo titularía: “Diccionario de motes de Santa Marta en el siglo XX”. Pero no sé cómo recopilar los datos: ir de puerta en puerta preguntando a cada uno sería una tarea lenta y poco efectiva. Estamos en la era de la informática, y las ventajas de internet son incuestionables. Voy a aventurarme a dar una dirección de correo electrónico para que, el que quiera, mande los motes que desea que aparezcan en esta recopilación, con una nota explicativa del origen de ese apodo. Por ejemplo: mi abuelo Antonio nació en Campanario, y conservó siempre su particular acento, incluso después de asentarse y fundar su familia en Santa Marta. Era tratante de ganado. A veces compraba mulos cerriles, a los que había que pelar, oficio al que se dedicaba Antonio Montaño. En una ocasión, el susodicho pelador paseaba del cabestro a un mulo para que unos posibles compradores admirasen sus brazos, y a medida que se acercaba después de desfilar, mi abuelo le increpó: “déjale, déjale suelto ya, déjale…”, enfatizando la jota con exageración. Y con el “Déjale” se quedó.
    Mi madre piensa que todo el mundo no dispone de internet en casa, y tiene razón. Pero se puede mandar un e-mail a través de un cyber, y me consta que los hay en nuestro pueblo, y que los encargados estarán encantados de ayudar en esta empresa.  Si prospera, nos dará a todos buenos ratos con su lectura y nos proporcionará la satisfacción de lo bien hecho, gracias al trabajo en equipo, el gran equipo de los santamartenses. Al final del diccionario se incluirá una lista de todos los colaboradores (salvo que manifiesten lo contrario), y su vinculación con el mote sobre el que han aportado información. Se me ocurre que incluir fotos de los aludidos, de sus descendientes, o de la casa donde vivieron, haría aún más entretenida la lectura de este diccionario tan particular.
    La dirección de correo electrónico para mandar vuestras aportaciones es:
                                       
                                              maribelminacabo@gmail.com

   Ya sabéis:
                    -Apodo.
                    -Nombre y apellidos.
                    -Nota explicativa.
                    -Foto, si es posible.


                  GRACIAS ANTICIPADAS, y… ¡FELICES FIESTAS A TODOS!

                                                                  Maribel Núñez Arcos.




Este artículo salió publicado en la Revista de Ferias y Fiestas de Santa Marta de los Barros del año 2009. Fue la tierra que abonó la semilla que germinó y dio su fruto en forma del "Primer diccionario de motes de Sta. Marta", en el que colaboraron muchas personas. Siento una gran satisfacción por haber aportado mi granito de arena.


 



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