LOS
MOTES
Soy nieta del “Déjale”, en cuyo DNI
figuraba: Antonio Arcos Miranda. El que más y el que menos, en este pueblo y en
cualquier otro, está vinculado a un mote, un apodo por el se conocía a algún
miembro de su familia o a él mismo. Según el diccionario de la Real Academia de
la Lengua Española, hay varias acepciones:
- “Sobrenombre que se da a una
persona por una cualidad o condición suya”.
- “Nombre que suele darse a una
persona, tomado de sus defectos corporales o de alguna otra circunstancia”.
- “Chiste o dicho gracioso con
que se califica a una persona o cosa, sirviéndose ordinariamente de una
ingeniosa comparación”.
Estos significados dan mucho de sí, y en
Santa Marta (supongo que igual que en otros municipios), el gracejo de sus
habitantes ha plagado el censo de sobrenombres.
Algunos todavía siguen vigentes, se han
heredado generación tras generación; otros, en cambio, sólo permanecen en el
recuerdo de los mayores, y desgraciadamente alguno se habrá perdido en el túnel
del tiempo.
A mí me gustaría recuperar el mayor número
posible de ellos, reunirlos todos y poder publicarlos para evitar que se
pierdan en el olvido. Yo lo titularía: “Diccionario de motes de Santa Marta en
el siglo XX”. Pero no sé cómo recopilar los datos: ir de puerta en puerta
preguntando a cada uno sería una tarea lenta y poco efectiva. Estamos en la era
de la informática, y las ventajas de internet son incuestionables. Voy a
aventurarme a dar una dirección de correo electrónico para que, el que quiera,
mande los motes que desea que aparezcan en esta recopilación, con una nota
explicativa del origen de ese apodo. Por ejemplo: mi abuelo Antonio nació en
Campanario, y conservó siempre su particular acento, incluso después de
asentarse y fundar su familia en Santa Marta. Era tratante de ganado. A veces
compraba mulos cerriles, a los que había que pelar, oficio al que se dedicaba
Antonio Montaño. En una ocasión, el susodicho pelador paseaba del cabestro a un
mulo para que unos posibles compradores admirasen sus brazos, y a medida que se
acercaba después de desfilar, mi abuelo le increpó: “déjale, déjale suelto ya,
déjale…”, enfatizando la jota con exageración. Y con el “Déjale” se quedó.
Mi madre piensa que todo el mundo no
dispone de internet en casa, y tiene razón. Pero se puede mandar un e-mail a
través de un cyber, y me consta que los hay en nuestro pueblo, y que los
encargados estarán encantados de ayudar en esta empresa. Si prospera, nos dará a todos buenos ratos
con su lectura y nos proporcionará la satisfacción de lo bien hecho, gracias al
trabajo en equipo, el gran equipo de los santamartenses. Al final del
diccionario se incluirá una lista de todos los colaboradores (salvo que
manifiesten lo contrario), y su vinculación con el mote sobre el que han
aportado información. Se me ocurre que incluir fotos de los aludidos, de sus
descendientes, o de la casa donde vivieron, haría aún más entretenida la
lectura de este diccionario tan particular.
La dirección de correo electrónico para mandar
vuestras aportaciones es:
Ya sabéis:
-Apodo.
-Nombre y apellidos.
-Nota explicativa.
-Foto, si es posible.
GRACIAS ANTICIPADAS, y… ¡FELICES
FIESTAS A TODOS!
Maribel Núñez
Arcos.
Este artículo salió publicado en la Revista de Ferias y Fiestas de Santa Marta de los Barros del año 2009. Fue la tierra que abonó la semilla que germinó y dio su fruto en forma del "Primer diccionario de motes de Sta. Marta", en el que colaboraron muchas personas. Siento una gran satisfacción por haber aportado mi granito de arena.
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