Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 17 de enero de 2016

La colmena





El Congreso de los Diputados luce una imagen insólita desde los albores de la democracia, y ahora más que nunca los escaños son el reflejo de la calle. Los trajes de chaqueta, camisas de cuello duro, corbatas, zapatos recién cepillados y peinados impecables que uniformaban a los señores diputados, disputan actualmente su protagonismo con sudaderas, camisetas, piercings, zapatillas deportivas, rastas y coletas. 
 

En el hemiciclo se sientan un 39% de mujeres, el porcentaje más alto de nuestra andadura democrática, e incluso se pudo ver un bebé infiltrado el primer día de faena, que supuso la anécdota de la jornada, ensombreciendo así la presencia de un diputado imputado, que ese sí que ha mamado –presuntamente- de la teta de la corrupción. 



Si Camilo José Cela levantara la cabeza y pudiese observar esta pintoresca estampa escribiría, con la irreverencia e incontinencia verbal que le caracterizaban, de toda esta mescolanza humana, todo un compendio de vidas cruzadas, una pintoresca colmena de especímenes que nos van a representar durante los próximos cuatro años. Personalmente, me la trae al pairo cómo se vistan, mientras cumplan la labor por la que se les ha votado: sacarnos de esta crisis que se ha empeñado en perpetuarse en nuestra maltrecha sociedad y procurar impedir que algunos españoles hagan mutis por el foro. 



   Ojalá no nos queden con la miel en los labios.



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