La lucha a muerte con la congoja
ha solicitado prórroga, a sabiendas de quién ganará la contienda. No es momento
de grandes confesiones, ni de reproches, ni de sobreactuaciones dramáticas.
Es
el momento del roce, del apretón de mano, de las miradas de comprensión, de la
sonrisa amiga, de la ternura, de la dulce espera.
Las palabras se resisten a
salir de su escondrijo, tienen miedo de no ser fieles a los sentimientos. Y en
este instante, callo. Para tratar de volcarte todo mi afecto, y que te arropes con él.
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