Después de hacer vida social en Carrefour, como todos los sábados por la tarde, encaminé mis pasos a la Feria del Libro, que hoy clausura su semana grande, con el maletero cargado de víveres con los que llenar los espacios vacíos de mi despensa.
Iba con la ilusión de asistir a la conferencia de la periodista Ängeles Caso, a la que admiro profundamente, pero no ha podido acudir a su cita con los lectores pacenses, y han cubierto el hueco en el programa con Jorge Molist, el autor de "Tiempo de cenizas", una novela histórica que da una versión alternativa al perfil conocido de personajes como Maquiavelo o Lucrecia Borgia, entre otros muchos. El padre de Lucrecia y otros 11 hermanos era el Papa Alejandro VI, y lo de tener hijos, por aquel entonces, era normal para el clero. Y ahora, solo que se les trata como sobrinos, y la situación suele transcurrir con discreción. Siempre he pensado que el voto de castidad para los religiosos no tiene razón de ser y además va en contra de la naturaleza humana, parece como si existiese tan solo para incumplirlo. Y lo incumplen, lógicamente, y algunos cayendo en desviaciones inconfesables e imperdonables.
Esta mañana también asistí a la presentación de los volúmenes de Poesía y Cuento de "El Vuelo de la Palabra". Este año no me encuentro entre los seleccionados, pero me han publicado durante tres años consecutivos, 2,010, 2.011 y 2.012, y siento que ya formo parte de esa peculiar familia. Tal vez mi elección este año de poemas y del cuento no ha sido acertada, he estado demasiada absorbida por el lipdub que hemos realizado Santi y yo para el colegio, coincidiendo con los plazos de presentación de los trabajos, y no he tenido tiempo ni serenidad para sentarme al teclado y escribir algo nuevo. Pero, como decía Calimero: "no todo puede salir bien...".
Estar alli esta mañana ha sido necesario para vivir una divertida anécdota. Al llegar, yo sola, me senté en segunda fila, suponiendo que la primera la ocuparía gente vip, como así fue. Me ubiqué en el asiento que linda con el pasillo central, y desde allí veía pasar al público antes del comienzo del acto, y cómo intercambiaban saludos unos con otros. Había un señor de pie, charlando con una chica, muy cerca de donde me encontraba. De pronto escuché cómo pronunciaba mi nombre y mis apellidos. Dudé una milésima de segundo, pero mi impulsividad se disparó irremediablemente, y dije en voz alta: "esa soy yo, perdona, pero no he podido evitar escuchar mi nombre...".Luego he pensado que habría sido más interesante callar y afinar las antenas, porque, ahora que lo pienso, no me enteré qué estaba diciendo sobre mí.
El hombre se me acercó, y me preguntó: ¿tú eres Maribel Núñez...? Yo soy Placido Ramírez, y te sigo en el periódico, pero no te ponía cara. Encantado de conocerte." Y me propinó dos besos. Se sentó en la silla delante de la mía, y entabló una conversación conmigo, de espaldas al estrado, que duró hasta que comenzó a hablar la concejala de Cultura, Paloma Morcillo.
Esta tarde he coincidido de nuevo con él y hemos intercambiado algunas impresiones, sobre poesía, -él es un conocido poeta, con varios libros editados-, sobre mi última carta publicada en XL Semanal, sobre Espido Freire...
Ha sido un sábado aprovechadito en tareas multidisciplinares, en el que a ratos ha salido un sol radiante, ha llovido, se ha dibujado un espléndido arcoiris en el cielo, ha hecho viento, las temperaturas se han desplomado... Estamos viviendo un mes de mayo que "marcea", como dice el conocido refrán, tan nuestro: "Cuando marzo mayea, mayo marcea". Ya llegarán los calores sofocantes y nos hartaremos de ellos.
Poco queda ya para sucumbir en los brazos de Morfeo, que será cuando termine la votación del Eurofestival. Sí, ya sé que es una cutrez, pero, como estoy escribiendo, no le hago mucho caso. Es un runrún de fondo.
¡Hasta el próximo post!
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