Lloró el cielo en una de tus rimas
y mis versos mojaron nuestras manos.
Soñaste germinar esa semilla
desde la madrugada hasta el ocaso.
Surqué la geografía de tus besos
pintando arcoíris en mis labios.
Bebí en el oasis de tu pecho
gozando el laberinto
de tus brazos.
Sonríen los inviernos de mi frente
si tus ojos me miran de soslayo.
Se trenzan al compás dos corazones,
fundiéndose desnudos
como antaño.
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