Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

viernes, 19 de abril de 2019

Al pan, pan...



 Silencios y palabras

En pleno s. XXI, somos más esclavos que nunca de nuestra manera de expresarnos. Nuestros lectores o interlocutores podrán tacharnos, al más mínimo desliz, de racistas, xenófobos, machistas, feminazis…, y colgarnos una etiqueta de la que difícilmente podremos zafarnos. El que se atreve a llamar a las cosas por su nombre, amparado por la libertad de expresión, corre el riesgo de ser acribillado con agresivas críticas, si bajo el criterio de otros no ha sido políticamente correcto. Únicamente en círculos reducidos de familiares o amigos, más tolerantes y comprensivos con nuestros puntos de vista, tendremos la oportunidad de manifestar con sinceridad nuestras opiniones sobre temas de distinta índole, sin temor al ensañamiento que suscitaríamos en ámbitos más públicos, como las redes sociales. 

 
La cita del filósofo griego Aristóteles es una invitación a la prudencia para evitar males mayores: “El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”. La actualidad que nos engulle está llena de contradicciones, de peligros, de poderosos manipuladores que nos mueven con hilos de intereses ocultos; y la información auténtica y al servicio de la verdad agoniza, con más frecuencia de la deseada, bajo una pesada losa de monedas de curso legal. 


Me retiro, haciendo mutis por el foro, no sin antes confesar que extrañaré la columna de D. Manuel Alcántara, maestro de maestros, comprometido con su labor hasta el último de sus días, que se lleva su fina ironía, envuelta con el humo de su cigarrillo, al cielo de los poetas, que es como a él le gustaría que se le recordara. “Y morirme de repente /el día menos pensado. / Ese en el que pienso siempre”.



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