Silencios y palabras
En pleno s. XXI, somos más esclavos que nunca de
nuestra manera de expresarnos. Nuestros lectores o interlocutores podrán
tacharnos, al más mínimo desliz, de racistas, xenófobos, machistas, feminazis…,
y colgarnos una etiqueta de la que difícilmente podremos zafarnos. El que se
atreve a llamar a las cosas por su nombre, amparado por la libertad de
expresión, corre el riesgo de ser acribillado con agresivas críticas, si bajo
el criterio de otros no ha sido políticamente correcto. Únicamente en círculos
reducidos de familiares o amigos, más tolerantes y comprensivos con nuestros
puntos de vista, tendremos la oportunidad de manifestar con sinceridad nuestras
opiniones sobre temas de distinta índole, sin temor al ensañamiento que
suscitaríamos en ámbitos más públicos, como las redes sociales.
La cita del
filósofo griego Aristóteles es una invitación a la prudencia para evitar males
mayores: “El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”. La
actualidad que nos engulle está llena de contradicciones, de peligros, de poderosos
manipuladores que nos mueven con hilos de intereses ocultos; y la información
auténtica y al servicio de la verdad agoniza, con más frecuencia de la deseada, bajo una pesada losa de monedas de
curso legal.
Me retiro, haciendo mutis por el foro, no sin antes confesar que
extrañaré la columna de D. Manuel Alcántara, maestro de maestros, comprometido
con su labor hasta el último de sus días, que se lleva su fina ironía, envuelta
con el humo de su cigarrillo, al cielo de los poetas, que es como a él le
gustaría que se le recordara. “Y morirme de repente /el día menos pensado. / Ese
en el que pienso siempre”.
Publicado en 'Cartas a la Directora' del diario HOY el lunes 22 de abril de 2019.
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