Son doce primos hermanos, cuyos
orígenes son cinco hermanos apellidados Gómez González-Castell: Leonardo (+),
Mane, Conchi, Mari Paz y David.
Sus edades oscilan entre los 33 y los 12 años,
y entre ellos se cuentan 8 varones y 4 féminas.
Paci fue quien asumió la
responsabilidad de conciliar fecha entre ellos para convocarlos a todos en su
casa, y la reunión siempre ha sido un éxito desde hace años.
Asisten con sus
parejas, los que tienen, y los mayores les acompañamos para disfrutar con
infinito orgullo verlos juntos, tan jóvenes, tan guapos, tan sanos, y lo más
importante, tan unidos.
Este verano se fijó el 19 de
agosto para la reunión anual. Acudieron: Leo con Carmen, Gina, Jorge con Vero
(a la que acompañó también una hermana), Enrique con María, Alberto con Elena,
Lu, Marta, Perico con Gloria, Luna con Jorge, Sete, Sara y Luis.
De los mayores: Mane con Maribel,
Conchi con Perico, Paci con Alonso y David con Esther.
Este año participó del
evento Marisol Coco Gómez con Pepe, su
pareja, que pasaban unos días de vacaciones en tierras extremeñas, y siempre ha
sido muy cercana a sus primos de Montijo, a pesar de haber vivido toda su
infancia y adolescencia en Zaragoza.
Quien disfrutó de lo lindo fue
Mohamed, un niño saharaui de diez años que pasó los meses de verano en casa de mi
cuñada Conchi, en régimen de acogida. Así como las mascotas: Hono, Kiko y
Floki.
Los días previos algunos de los
primos acudieron a la llamada de la tía Paci para ayudar con los preparativos,
ya que la casa de campo llevaba tiempo cerrada y hubo que limpiar y llenar la
piscina, adecentar el césped y, de paso, ir calentando motores con las charlas
y las copitas entre medias.
Empezaron a llegar los primeros a
la hora del aperitivo, y tras los primeros baños y la comida, sacamos la tarta
para celebrar que ese día Gina cumplíó 31 años, y Marisol llegaría al día
siguiente a los 57 (es de mi quinta y la de Conchi).
Luego, unas copitas, fotos, música, conversaciones, más baños, hasta la noche, que dimos buena cuenta de una
barbacoa, y más baños, más copitas, más charlas…
Paci tenía acondicionada la casa
para que pernoctaran los que quisieran, que no fueron pocos, y pudieron seguir
hasta después de comer al día siguiente, que cada mochuelo se fue a su olivo,
más que nada porque los lunes, el que más y el que menos, tenía que trabajar.
Éxito rotundo, como SIEMPRE. Cada
cual colabora con lo que puede, pero se lleva la medalla de oro por su
perseverancia y generosidad sin límites mi cuñada Paci. Y sus hijos y sobrinos
lo saben y la adoran. La ADORAN.
Las fotos son de Perico padre y
de mi hijo Lu, que también es autor del original vídeo de familia.
¡CIAO!
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