Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 16 de julio de 2017

Sísifo o el esfuerzo inútil


Como todos los veranos España está que arde, en sentido literal y en sentido figurado. Algunos temas siguen suscitando incertidumbre y levantando ampollas, como el del independentismo catalán. Los independentistas son inmunes al desaliento, por más que sus pretensiones coleccionen hermosas calabazas, y han conseguido enfadar al Gobierno con su despliegue de argucias. Podrían acabar como Sísifo, claro ejemplo del esfuerzo inútil e incesante de los hombres. Tengo una enorme curiosidad por saber cómo podrá evitarse la celebración del referéndum en la fecha que proclaman a los cuatro vientos, y albergo esperanzas de verla reducida a un simple farol. Confío que se tomen los acontecimientos con calma. Despasito, que es lo que se lleva, pero sin que les tiemble el pulso, haciendo valer la Constitución que hace décadas votamos responsablemente. Sugiero, ya que los independistas quieren preguntar en las urnas, que les dejen, pero que nos pregunten a todos los españoles. Habrá compatriotas que los apoyen en su determinación y otros que no quieran renunciar a Cataluña porque unos pocos pretendan llevársela. Si desde el primer momento se hubiese optado por esta posibilidad, a lo mejor hoy no estaríamos polemizando sobre este manido asunto. Sísifo, como castigo, fue condenado a perder la vista y a empujar perpetuamente un peñasco gigante montaña arriba hasta la cima, sólo para que volviese a caer rodando hasta el valle, desde donde debía recogerlo y empujarlo nuevamente hasta la cumbre y así indefinidamente. Puede que los separatistas estén condenados a algo parecido, si no pegamos un puño sobre la mesa. Eso sí, despasito. 


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