Nuestros alumnos de 6º de Primaria se han hecho mayores casi sin darnos cuenta. Ha terminado el curso, y todavía no he podido desconectar de los asuntos del colegio. Me cuesta asimilar que el próximo curso, o sea, de aquí a dos meses, estos niños no llenarán mis clases, ni coincidiré con ellos en el recreo. Y mira que algunos han dado la lata, pero tal vez a esos sea a los que más eche de menos.
Hoy en día las graduaciones son el evento estrella: se gradúan de
Infantil a Primaria, cuando pasan de Primaria a Secundaria -como es el
caso-, en el paso a Bachillerato y, por descontado, cuando se van del
colegio para acceder a estudios superiores. Y se celebran por todo lo
alto: hay presentadores, vídeos que resumen sus años escolares,
imposición de becas y entrega de diplomas e insignias, y un pequeño -o
gran- aperitivo para despedirse unos de otros.
Ellos lo viven con mucha emoción, y no lo disimulan.
Van subiendo al escenario uno por uno, para recibir de cada tutor sus recuerdos. Así, Jaime, Terry y Cruz recibieron a cada uno de los alumnos de su tutoría, ante la presencia de padres, abuelos y demás familiares asistentes al acto.
También estuvimos presentes, junto a los tutores, Marta, antigua alumna del colegio que este curso ha realizado sus prácticas con Jaime, y yo.
Al término de la ceremonia formal, nos reunimos en el patio, donde había largas mesas servidas con las viandas y refrescos aportados voluntariamente por parte de cada familia, alrededor de las cuales todos pudieron conversar y despedirse amigablemente.
Hemos cerrado otro ciclo. Es el momento de reponer fuerzas para atender a nuevos pupilos el curso que viene.
¡Que os vaya bien, chicos!
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