Avenida del silencio
Cansada de horarios y
obligaciones, decidí dar un paseo por mis silencios.
A lo largo de aquella
ancha avenida me crucé con algunas de mis ideas, de mis sueños, con esbozos de
cuentos, con versos susurrados, con mis proyectos más inmediatos, aunque también
tuve que esquivar algunos temores que me asaltaron por sorpresa, rencores
disfrazados de fantasmas, ausencias envueltas en neblina, incluso he de
confesar que alguna que otra envidia puso una zancadilla a mi paso.
Regresé, arrullada por la marea
de un mar en calma, y aún tuve tiempo para soñar desnuda, tumbada sobre la
cálida arena, acariciada por la espuma de una ola tras otra, siempre inmunes al
desaliento, y por la brisa envolvente de mi renovada esperanza.
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