Esta mañana me crucé,
con las primeras luces del alba,
con la felicidad de hoy
que eché de menos ayer.
La encontré plácidamente dormida
en un mullido colchón de abrazos,
sobre almohadones de fe,
entre sábanas de aterciopeladas caricias,
cubierta por una cálida colcha
de poesía hecha piel,
con flecos de versos besados,
bordada de seda y miel.
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