Esta tarde de cielo limpio y cálido sol de primavera, contemplo, tras los cristales de mis gafas, las casitas blancas que destacan ante un inmenso mar azul.
Me atrinchero en el presente y hasta me duele tanto gozo, pero lo abrazo con desesperación por lo que pueda depararme el abismo del mañana. Las esquinas de la vida son traicioneras y hay que doblarlas con precaución.
Lo que ayer me arrancaba una carcajada como una piedra que se despeña, hoy me provoca exasperación, e incluso lágrimas secretas sin consuelo. Se suicidan las ideas en mi pensamiento, como las palabras en mi garganta.
Desfilan impasibles los días para amar
y los días para odiar,
dándose la espalda sin quererse ver.
Toca cosechar la siembra del pasado,
coser lo que antaño rasgué,
buscar lo que hoy he perdido
y hablar lo que ayer callé.
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