Mi hijo Enrique nació el 9 de noviembre de 1.986, o sea, el siglo pasado. El mismo día que aquel extraño de la canción de Cecilia mandaba, como siempre sin tarjeta, un ramito de violetas a la mujer cuyo marido era el mismo demonio.
Se ha currado su título de licenciado en Administración y Dirección de Empresas, pero como decía aquel chiste, "gracias a Dios todavía no ha tenido que utilizarlo". Menos mal que él siempre ha tenido disposición para trabajar en distintos campos, sin que se le caigan los anillos, aunque lo que más le gusta hacer es animar fiestas con su música como Dj, el archiconocido Kaéfe.
Es probable que acabe ejerciendo su profesión más allá de nuestras fronteras, por más que su madre y su novia intentemos disuadirle de esa opción, pero está visto que el futuro aquí es poco halagüeño para un hombre con unas comprensibles ambiciones.
A la espera de su gran oportunidad, pasando de puntillas por encima de sus primeros aterrizajes laborales, lo tengo en casa soñando con poder independizarse un día no muy lejano y escribir la historia de su vida desvinculado del nido familiar.
El tiempo es un implacable verdugo. Parece que fue ayer cuando viniste a colmar de felicidad a una parejita de tortolitos cuyo mayor patrimonio era la fuerza de su juventud y de su amor.
En esa foto te sostienen tu padre y tu padrino, mi hermano Juan Antonio, en una romería de S. Isidro en Santa Marta. Tenías 6 meses y ya venía de camino tu hermano Alberto.
Tu tío te sacaba a pasear con orgullo, véase cómo te exhibe en esta instantánea, en la que su estilismo años 80 es para echarse a llorar, directamente...
La verdad es que eras muy gracioso y simpático, un personaje en toda regla. ¡Qué tiempo tan feliz!
Luego fuiste el mayor de dos hermanos, aunque la diferencia entre vosotros es solo de 14 meses. Parecíais mellizos...
Y unos años después, el mayor de un triunvirato de cine: Enrique, Alberto y Lu. ¡Me faltaban manos y horas para atenderos!
Nuestro bobtail Rocco hizo las delicias de toda la familia durante vuestra infancia, recién estrenada nuestra nueva casa.
Tuviste tu fiebre de fútbol como jugador, y más tarde como entrenador. Siempre has sido un excelente deportista: gimnasia, esquí, snowboard, BMX, freestyle, pádel, breack, culturismo...
Superamos tu etapa adolescente, con su turbulenta revolución hormonal y su pertinaz rebeldía... (y vivo para contarlo, que no es poco).
Y te has convertido en un hombre competente, responsable, querido, guapo, guapo, guapo... perdón, me he encasquillado, jajaja...
¡Feliz cumpleaños, primo...génito!
Y yo pregunto...para llorar el estilismo del niño o del tio ?.
ResponderEliminarQue todos tenemos un pasado monina...jajajjjaj
Para llorar a moco tendido, el estilismo del tío de los tirantes, sin lugar a dudas. Ya sé que todos tenemos un pasado, pero el pasado de unos es más hortera que el de otras, jajaja... Menos mal que has mejorado con el paso de los años, como el buen vino. Como se te ocurra publicar alguna perlita de mi pasado, cuenta con una apocalíptica venganza, monino...
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