Hoy ha cumplido mi hijo Alberto 25 años. Celebramos su aniversario casi al mismo tiempo que la renovación por un año más de su contrato de trabajo, así que estamos de enhorabuena por partida doble.
Parece que las piezas del puzle de tu vida empiezan a encajar perfectamente, sin pausas pero sin prisas, con naturalidad, cayendo por su propio peso en el lugar que les corresponde por derecho propio.
Atrás quedaron tus conciertos de rap y tus piercing, pero aún persisten tu ropa holgada y tus rizos largos.
Y, por supuesto, tu debilidad por tus mascotas... Aún está en el recuerdo reciente la muerte de tu cobaya, pero casi seguro pronto llegará algún otro animalito a tu vida.
El tiempo, ese compañero irrefrenable, cobra protagonismo cuando se cumple un cuarto de siglo de vida. Y cuando el que lo cumple es tu hijo, ese al que no hace tanto había que cambiarle los pañales, todavía se hace más presente.
Espero seguir comprando tartas de cumpleaños para mis muchachos durante mucho tiempo...
¡Felicidades, Alberto!
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