ESPEJO
Se
extinguieron los llantos y las risas
de
los niños, los abrazos bajo las
sábanas,
las estrecheces económicas,
las
prisas, los pasodobles en el salón
del
Casino, las preocupaciones,
las
reuniones de familia, los viajes
al
compás de una armónica,
las
alegrías, las penas,
las
procesiones de Semana Santa,
las
romerías, la misa de los domingos,
las
hipocresías, las envidias y
las
vanidades. Reina el silencio
entre
estas cuatro paredes inertes,
roto
solo por tu respiración
agitada,
que se abraza a una vida
que
ya no se deja coger.
Aflora
el llanto de puntillas y explota
en
el mismo corazón de la impotencia.
Las
lágrimas se esconden tras una
cuenta
atrás imparable, que empieza a ser
insoportable
e inmisericorde.
Nadie
puede ayudarnos a pasar esa
puerta.
Solos, desnudos, desvalidos,
temerosos,
así caminamos a un
destino
tan inquietante como
implacable,
tanto el de la vida como el
de
la muerte. Y te miro en tu lecho,
presa
de mil cadenas, te observo sin
que
tú lo sepas, y tú mueres y yo
muero
contigo, como si
me
colocaran frente a un macabro espejo.
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