Capítulo LVI
Hoy, 24 de mayo, día de María
Auxiliadora, es mi cumpleaños.
Quiero agradecer el detalle a
todos aquellos que se han molestado en hacerme llegar su felicitación por Facebook,
por whatsapp, por teléfono o en persona.
A los que lo han hecho porque un
recordatorio se lo ha chivado y a los que se hubiesen acordado sin la ayuda de
terceros; a los que me desean lo mejor sinceramente y a los que lo dicen por
puro compromiso o postureo; a las que fueron mis queridas alumnas, a las que
son hoy mis compañeras o lo fueron en algún momento, a las que compartieron conmigo su etapa colegial y a
las que vivieron conmigo sus años locos de adolescencia; a los que son de
familia de sangre y a los que son familia de corazón; a los que lo han hecho en
privado y a los que lo han hecho en público; a los que me han dado besos, abrazos
y achuchones y a los me han dejado sin ellos; a los que saben de mis auténticas
alegrías y de mis miserias y a los que solo cruzan su tímida mirada conmigo por los pasillos de una
masificada y falsa red social; a los que me tienen afecto, a los que me tienen
envidia, a los que me admiran, a los que me detestan… A todos, a todos, gracias
por haberos molestado en hacerme llegar vuestras felicitaciones.
Soy moderadamente feliz. Como
dice mi madre: ni feo que mate ni bonito que espante. Han caído cincuenta y
seis, soy cosecha del sesenta. Aquí estoy, servidora de usted. Con muchos tiros
pegados y muchas ganas de guerra todavía. Os espero a todos el año que viene sin excusas.
Un cordial saludo:
Maribel.
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