El coste de unas nuevas elecciones
asciende a unos 160 millones de euros, entre Correos, escrutinio y difusión de
datos, papeletas, locales, campañas, despliegue de Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad del Estado, subvenciones a los partidos… ¿El motivo por el que los
votantes tenemos que pasar de nuevo por las urnas…?: la ineficacia de nuestros
políticos para llegar a los acuerdos necesarios que permitan gobernar conforme
a nuestra legítima voluntad. Es como si la culpa fuera nuestra, como si no
hubiésemos sabido acertar en nuestra elección, y nos hacen repetir. Repetiremos,
pero los resultados pueden colocarnos otra vez en la misma casilla de salida, y
vuelta a empezar. Para este viaje no hacían falta alforjas. Con tantos parados
de larga duración sacando como pueden a sus familias adelante con menos de
500€, nuestros elegidos siguen tirando con pólvora ajena. Me temo que hemos
entrado en bucle.
Intentemos al menos, en esta segunda oportunidad, apostar por
la honestidad y no por la corrupción, por las buenas ideas y no por los
sillones, por el altruismo y no por la ambición. Y de paso, a ver si reducimos
la inacabable lista de los que “aman a Panamá”, brillante políndromo que no es
de mi cosecha, pero que cojo prestado a un amigo virtual. Que estamos ya
saturados de sinvergüenzas y defraudadores. Saturados de ser cornudos y
apaleados.
Publicado en "Cartas al Director" del diario HOY el sábado 30 de abril de 2016.
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