Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

viernes, 15 de febrero de 2019

Claves





Clave es un concepto clave en nuestro diario transcurrir, y hemos de adaptarnos a ello, sobre todo los que certificamos muchas décadas, delatadas por el DNI. 
Cuando llego a mi trabajo y enciendo el ordenador, debo dar un zarandeón a mi perezosa neurona para que me cante la clave de acceso. Seguidamente, para entrar en la plataforma interna, pasar lista, anotar ausencias u otras incidencias, debo poner su clave correspondiente de usuario y contraseña. Y si estamos a punto de terminar el trimestre, es preciso recordar otra clave más para archivar todo el expediente académico en Rayuela. Llegados a este punto, mi solitaria neurona empieza a patinar. 
Mi móvil se hace notar en el bolsillo, vibrando, porque lo tengo silenciado para no desconcentrar a mis alumnos, y al ver en pantalla que es mi directora la que se dirige a mí, marco el pin de desbloqueo para averiguar qué quiere. De paso, echo un vistazo al mail que me acaba de llegar del banco, por si es urgente, previa marcación de otra puñetera clave. 
Ya en el recreo, algo más relajada ante un estimulante café, abro Facebook, Twitter e Instagram, con sus contraseñas correspondientes, para ver qué se cuece por esos pasillos. Concluida mi jornada laboral de mañana, paso por el supermercado para hacer una compra rápida, y saco una Visa en caja. El pin, no recuerdo el pin… A estas alturas del día, mi neurona se retuerce hasta que, a regañadientes, escupe la clave que necesito. 
Decido pasar por un cajero automático para rellenar mi anoréxica billetera, y rebusco en el eco de mi desgastada memoria el pin para que la maquinita me conceda el dinerito que le he pedido. Ya solo me faltaba que uno de mis hijos me pidiera una subvención de emergencia, a través de Bizum, para terminar de exprimir mi capacidad de aguante. 

Lástima que, por más que intimide a mi fiel neurona, no pueda darme las claves para resolver con efectividad el conflicto secesionista, las claves para erradicar definitivamente la violencia a todos los niveles, las claves para dibujar una gran sonrisa a los niños que sufren injustamente las equivocaciones de los que tendrían que velar por su felicidad. 

¿Dónde están las claves, matarile…?






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