Me guardo en la maleta todo lo
bueno de este año que termina. Lo hago sin euforia, porque sé que cuando suba
al 2.018, el camino será parecido y los compañeros de viaje también, aunque
algunos bajarán antes que yo, como nuestro querido Óscar, y conoceré a los que
se vayan subiendo en las próximas estaciones.
Para todos, mis mejores deseos:
sonreíd al mal tiempo, ignorad a los que no merecen vuestras atenciones, no
desfallezcáis ante las adversidades y no olvidéis dar abrazos cada día, que no
solucionan nada, pero son más reconfortantes para el alma que ninguna otra
cosa.
No os atragantéis con las uvas.
Yo voy a prepararme para salir corriendo por las pistas de 2018 en cuanto suene
el pistoletazo. Es una carrera de resistencia, un reto para los valientes, una
aventura para los intrépidos, una novela romántica para los enamorados, un
libro con 365 páginas en blanco esperando nuestras líneas. Escribid derecho,
despacio y con buena letra, que estemos a la altura de los mejores.
Que la fuerza os acompañe.
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