Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 3 de mayo de 2015

Día de la madre


Para las que somos madres, que cada primer domingo de mayo se marque en el calendario para que algunas tiendas hagan su agosto a nuestra costa, no significa que la categoría de la que hacemos gala sea flor de un día. Somos MADRES desde que cruzamos nuestra mirada con la de nuestro bebé, y lo seremos ya eternamente desde ese mágico momento. 



No voy a entrar en disquisiciones del psicoanálisis freudiano, sobre envidia del pene o envidia del vientre, pero a pesar de los pesares, yo nunca renunciaría al privilegio que me ha sido concedido, por mi condición de mujer, de concebir una vida, ver cómo crece en mi interior, estar en comunión con ese ser, y traerlo de la mano a este mundo con ayuda de unos cuantos empujones, hasta asistir a la culminación del más grande milagro de la Creación.



Hoy es nuestro día especial. Hoy deberíamos ser las protagonistas y desempeñar el papel de reinas que, en general, nos merecemos. Así que, estoy deseando recibir mi ración de reconocimiento en forma de dulces palabras, tiernos abrazos, considerados detalles y cariñosas felicitaciones.



Mi madre luce esa sonrisa a sus 88 años, y espero que tarde mucho tiempo en borrarla de su cara.  


                                     ¡Felicidades, mamá!


Y ahora, espero recibir las felicitaciones que me corresponden por méritos propios y por partida triple. 


Para todas las madres,

¡que paséis un domingo muy especial con vuestros hijos!


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