Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

sábado, 29 de enero de 2011

Algo pequeñito.



Parezco un gnomo, ¿verdad? Perdida en la inmensidad de un bosque vírgen de Laponia, cubierto por una mullida alfombra de arándanos silvestres y setas de todas las clases imaginables.
La entrada de hoy será breve, porque estoy agotada.




Quiero compartir con vosotros un vídeo en el que una venerable señora de más de 70 años se marca una salsa,con acrobacias incluídas, haciendo burla de artrosis, osteoporosis y demás osis, que os dejará con la mandíbula desencajada de asombro. Yo, de mayor, quiero ser como ella.




Para el que pueda, que disfrute la fiebre del sábado noche. Yo me retiro a mis aposentos. A perderme entre los brazos de Morfeo.






                                                   ¡Hasta la próxima!

viernes, 28 de enero de 2011

Cumplir 40.




 Yo ya pasé ese trance tiempo ha, y no me causó trauma alguno. Todos los cumpleaños tengo por costumbre enfrentarme al espejo con descaro para comprobar si cada cosa sigue en su sitio. Una vez corroborada la ubicación correcta y previsible de los dones de la Madre Naturaleza, reanudo mis actividades rutinarias sin estridencias, aspavientos ni comportamientos histriónicos.
 Teniendo en cuenta que es, aproximadamente, el ecuador de la vida, unos piensan que ya pasó la mitad de su existencia, y otros, por el contrario, que les queda media vida por delante. La popular teoría del vaso medio lleno o medio vacío.






  Una de mis cuñadas celebró ese gran día con una fiesta muy especial. El jardín estaba engalanado para la ocasión: antorchas repartidas por el césped, que impregnaban el ambiente de romanticismo; centros de  flores adornando las mesas con las suculentas viandas; nenúfares en la superficie de la piscina...Pero lo mejor del festejo era el grupo de personas que convocó para acompañarla, familiares y amigos todos en una franja de edad similar. A las mujeres que asistimos se nos entregó al llegar una orquídea para  colocarla en el pelo, como una especie de distintivo de lo más favorecedor. Música para bailar y también para escuchar entre animadas conversaciones. Una reunión de lo más agradable que se prolongó hasta las primeras luces del alba.







  Le escribí un poema en tono jocoso que leyó divertida. He cambiado el nombre para preservar su identidad. Es el siguiente:


Mari Pili y los 40


Mi cuñada Mari Pili
hoy celebra una gran fiesta,
conmemorando contenta
que va teniendo una edad…

Ha convocado en su casa
amigos y familiares,
y una música de fondo:
“los 40 principales”.

No han faltado Alí Babá,
ni los cuarenta ladrones,
que han prometido honradez
y no provocar follones.

El buffet es al aire libre,
invitados hay cuarenta,
recemos a Santa Rita
para que no haya tormenta.

Y si alguien se desmadra
tú le cantas las cuarenta,
que para chula estás tú,
joven, guapa y muy flamenca.

 Este cuento se acabó,
ya cumpliste diez más treinta,
y al que no le haya gustado,
                                que le eche sal y pimienta.              





Llegar a los 40 años  tiene sus ventajas. Notas que adquieres experiencia, ganas en sabiduría, estabilidad y te invade un cierto toque de rebeldía. Y aún más, se saborea mejor la vida, se disfruta de las pequeñas cosas y aprendes a dosificar el sufrimiento. Es como una segunda adolescencia, pero coincide con la plenitud sexual en el caso de las mujeres, y eso es un plus. No tiene que asumirse como los inicios de la decrepitud, sino como una plataforma de relanzamiento.

Otro día expondré las ventajas e inconvenientes de cumplir 50, que están más en mi línea cronológica y una mágica técnica que el paso del tiempo me ha enseñado: relativizarlo todo.
  Y, hasta aquí puedo leer...(me encantaba esta muletilla del "1,2,3...")



Mi refugio.




                 DESDE MI TOALLA




Un errante rebaño de nubes cubre mi piel tímidamente  bronceada,
 como una caricia robada.
Errantes rayos de sol despiertan mis sentidos,
tiernamente,
con la sutileza de un beso en la oscuridad de la noche.
La brisa me susurra al oído melodías de nostalgia,
invitándome a soñar.
Una manada de olas galopa desde el horizonte, sin bridas,
 escupiendo con descaro su atronador gemido,
sin darse una tregua.
Almas solitarias que van y que vienen,
entrecruzando sus destinos ciegos,
con aires de estudiada indiferencia.
Nácares maltrechos, condenados al ostracismo,
 abandonados a la erosión del olvido y la indiferencia.
Alfombra de arena sin calendario,
que repite día a día su canto sordo,
 bajo anónimas huellas de desdibujado contorno.
Y mi triste figura, de mirada lánguida y desconcertada,
 cuestionándose de nuevo su papel en el patético teatro de la vida.

    Observo y reflexiono desde mi toalla,
         confidente inanimado y casual de mis desvaríos,
            arcoíris de algodón arrastrándose en la playa. 


Ya sé que estamos en invierno, que hace frío, que llueve, que los días son aún muy cortos, que el sol brilla por su ausencia...pero me hace feliz recordar las sensaciones placenteras que me producen las jornadas estivales. Dormir sin sobresaltarse por la alarma del móvil, desayunar deleitándose con las vistas, leer sin horario, escribir hasta altas horas de la madrugada, disfrutar de largas tertulias entre amigos, aparcar las prisas y olvidar el tráfico, y atiborrarse de gambas, coquinas y gazpacho.
Después hay que atravesar el bosque de la nostalgia y acomodarse en la tumbona de la esperanza durante varios meses, esbozando una sonrisa al desempolvar las fotos dormidas en una carpeta de ordenador.




                            Que os sea leve. Sed moderadamente felices.

martes, 25 de enero de 2011

¡Cómo hemos cambiado!






No hace tanto tiempo que las mozas en edad de merecer intentaban mantener inmaculado su currículum amoroso, incluso cuando estaba marcado por deslices que a toda costa trataban de disimular ante el prójimo. De la misma manera, era corriente que los mozos se pavonearan de sus conquistas entre sus congéneres, incluso cuando no eran más que meras fanfarronadas, fantasías o tensiones sexuales no resueltas. Ese era el panorama, que en nada se parece al actual. En los tiempos que corren, lo que les mola  a las chicas -ciertas chicas, afortunadamente- es publicar con orgullo a los cuatro vientos, y si es a cambio de un suculento cheque, mejor, los encuentros cameros con el famosillo de turno que, a su vez, jura y perjura tratando de justificar su no intervención en los hechos. "Pío, pío, que yo no he sío", y ellas, erre que erre, dando detalles minuciosos de manchas corporales y lunares de nacimiento, de la distribución del mobiliario del nidito de amor, o enseñando sms comprometidos -previamente guardados al efecto-  como demostración de la veracidad de los actos que la víctima masculina niega y reniega. ¡Cómo ha cambiado el cuento! Es una lástima, pero probablemente son daños colaterales de esta crisis que nos está asfixiando. El AMOR, ese sentimiento puro, espontáneo y libre, que no conoce diferencias de edad, barreras geográficas, escalones sociales o circunstancias históricas, está en busca y captura. Escondido, acobardado, acongojado, acojonado. Es lo que hay. Vivir para ver. Yo, que fui educada en un colegio de monjas, Señor,  Señor...

Bueno, pues nada, corramos un "estúpido" velo y disfrutemos del espectáculo de esta artistaza casi de ciencia ficción. Total, para lo que vamos a conseguir cambiar en el mundo de Cupido, mejor nos quedamos a verlas venir.





Bye.

¡Qué frrríoooo...!



Las temperaturas se han desplomado. Pero estamos en invierno y es lo natural. Además, para el frío hay  remedios: ropa de abrigo, calefacción y calor humano. He leído en algún sitio que para ser razonablemente feliz necesitamos ocho abrazos diarios: pues éste es el momento idóneo para poner en práctica esta recomendación. Abracemos a todo bicho viviente, o al menos, a los que se dejen, que hay bichos muy poco afectuosos. Personalmente, uno de los mayores placeres del día, lo disfruto en la cama. Y me diréis: "hombre, claro". Pero no es lo que pensáis -que  también me gusta...- Me refiero al ceremonial de entrar al templo del sueño, con la extenuación de una dura jornada, entre cálidas sábanas y edredones, y arrimarte mimosa a esa personita o personota que yace a tu lado, hacerte un cuatro con ella y aferrarte a sus "tocinillos de cielo", esos puñaditos de grasita acumulada en el "rodeo", que ejercen un mágico efecto soporífero, que te arrastra piano, piano, hasta el séptimo cielo en menos que pía un pollo.¡Ay, omá, qué rico!
 Estoy deseando que llegue el momento...
Os cuento una tierna historia para terminar de ilustrar esta idea de acercarnos unos a otros, en época de frío y en cualquier estación del año. Y si alguno no está de acuerdo con esta teoría, es porque lo ha probado poco.
                                 

  
La fábula del erizo
Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.
Los erizos dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se  abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.
Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o  desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.De esa forma pudieron sobrevivir.


Moraleja de la historia

La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con  los defectos de los demás y  admirar sus cualidades. 





                            ¡ACHUCHONES MULLIDOS PARA TODOS!