Si atraviesas la puerta de mi mirada, me verás agazapada en un rincón de un desangelado salón que está lleno de personas sin ojos. Estoy escondiéndome de mi profunda soledad, gritando sin voz a una Humanidad habitada por sordos, tendiendo mis brazos a cuerpos mancos, que no pueden rodearme de calor ni confortarme con su estrecha cercanía. Solo quiero olvidarme y que me olviden, disiparme en la oscuridad, bucear entre mis lágrimas, mecerme con mis cadenas, tatuarme el desprecio, perfumarme de indiferencia, caer por el agujero negro de la decepción.
Si ni siquiera has encontrado la puerta de mi alma tras los cristales arañados de mis lentes, celebrarás tal vez la frescura de mi timbre de voz, admirarás la fuerza de mi entusiasmo, envidiarás la energía que transmito, festejarás la luz que irradia mi aura. Pero todo eso no es más que un espejismo.
Yo seguiré agachada en esa minúscula esquina de esa inmensa estancia, viendo bailar a los asistentes, mientras espero que alguien me cubra con un sincero abrazo y me proteja con su aceptación.
DULCES SUEÑOS
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