El sábado hizo un día precioso, lleno de luz, de color, de recuerdos y de amistad. El día perfecto para pasarlo con gente que habita en el corazón desde tiempos inmemoriales.
Las siete magníficas con sus respectivos contrarios, comiendo plácidamente, bebiendo caldos de la tierra, charlando, cantando y bailando sin complejos.
¡Lo que pueden dar de sí un karaoke y dos micrófonos! Como unas auténticas profesionales de la música, jajaja...
Estoy cansada, pero contenta, esperando impaciente un nuevo encuentro con mis amigos de la adolescencia, en el pueblo que me vio nacer y crecer, y cuya atracción no puedo ni quiero evitar.
Quedan las imágenes para saborear los dulces y gratificantes momentos vividos en la mejor compañía.
Bye
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