PEPITO GRILLO
Hoy empiezan las vacaciones de Semana Santa. Tengo ganas, ¿ganas…? , auténtica necesidad de huir de esta morada, que solo me aporta trabajo y renuncias, correr sin mirar atrás a mi refugio, y serenar los gritos ahogados que resuenan en mi cabeza con el murmullo de las olas, que mecen y arrullan mi depresión mientras la brisa juega a despeinar mis rizos con desenfado. Tengo que aprender a desaprender todos los deberes que asimilo desde que tengo uso de razón, inculcados desde mi más tierna edad, para tener la osadía de dar un portazo desde fuera, emprendiendo la huida, y de igual manera tengo que aprender a tragar saliva a mi vuelta, para abortar el sollozo que brota imparable al reencuentro con la triste realidad, que no es otra que la constatación de que no existen los duendecillos que tengan al día mis ingratas tareas domésticas, mientras yo disfruto descansando. Ya no creo en los gnomos.
Ir o no ir, esa es la cuestión. Si me voy, mi Pepito Grillo me reprochará mi egoísmo, y si no me voy se burlará de mi inservible sacrificio. Pienso que debo ignorar a Pepito de ahora en adelante, porque nuestra tormentosa relación es inviable para mi felicidad, la viste de harapos, la convierte en un espejismo.
Ahora mismo me voy a poner manos a la obra con mi mejor voluntad para que ninguno de los míos eche en falta algo importante durante mi ausencia estos días, y mañana, con las primeras luces del alba, partiré a mi retiro saltando con determinación cada obstáculo de conciencia que se cruce en mi camino.
Dicho queda, hecho… está por ver.
Misterio, intriga, suspense...
Ciao
No hay comentarios:
Publicar un comentario