Washi es la tormenta tropical que arrasó el sur de Filipinas, causando más de 900 muertos y otro tanto de personas desaparecidas, dejando a miles de personas sin hogar, agua ni electricidad, en un paisaje desolador invadido el domingo por el hedor de los cadáveres descompuestos.
Washi llegó a las costas filipinas el viernes al anochecer. Las aguas barrieron aldeas enteras y destruyeron rutas y puentes, según testigos. "Las regiones afectadas son tan extensas que las búsquedas no pudieron cubrir toda la zona. Muchas casas fueron arrastradas por las aguas, lo que significa que los cuerpos (de los habitantes) también fueron desplazados", declaró el domingo a la AFP Gwen Pang, secretaria general de esta organización caritativa.
El último balance de la agencia nacional de desastres es de 957 muertos y 49 desaparecidos. La mayoría de las víctimas se ha registrado en las ciudades de Cagayan de Oro e Iligan, en la región de Mindanao.
Las autoridades competentes han prometido tomar las medidas necesarias para evitar otra tragedia de estas magnitudes.
Según la agencia de desastres, más de 338.000 personas se han visto afectadas en trece provincias, 43.000 de las cuales continúan en centros de evacuación. Aparte, más de 10.000 casas resultaron dañadas, de las cuales una tercera parte han quedado totalmente arruinadas.
El desastre también ha afectado a numerosos colegios, carreteras y puentes y las autoridades de Cagayan de Oro e Iligan están intentando impedir la propagación de epidemias en los abarrotados centros de evacuación y han empezado a excavar tumbas para enterrar los cadáveres.
Me pregunto el motivo por el que la prensa no ha destacado esta trágica noticia en titulares, con tan desolador balance en vidas humanas y consecuencias materiales difíciles de superar. Llegué, incluso a dudar el domingo que el desastre se hubiera producido, por la ausencia de noticias destacadas al respecto. Ayer lunes, al final de una página por mitad del periódico, camuflada entre otras noticias breves, conseguí enterarme de las últimas estadísticas.
Tengo la sensación de estarnos inmunizando ante las desgracias ajenas, por la cantidad de sucesos ¿naturales? que últimamente están acaeciendo por todo el globo terráqueo.
Puede que algún día no muy lejano, tal vez en este 2012 que se anuncia, nos toque a nosotros más de cerca, y comprendamos entonces el dolor de la indiferencia en nuestra piel.
"Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar"
SAYONARA
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