Cuando yo era pequeña me insistían mis padres y maestros en la necesidad de esforzarme y estudiar, para forjarme un porvenir que me permitiera ganarme la vida. Ese argumento ya no vale en los tiempos que corren: tenemos las listas de paro con mejores expedientes académicos universitarios de toda la historia.
¿Para qué matarse a estudiar, si el futuro pinta más negro que tiznado? Lo mejor es no crecer, a ver si entre pitos y flautas se va aclarando el futuro laboral.
Cuando sea mayor
Yo, cuando sea mayor,
quiero ser niño de nuevo.
Quiero volver al colegio
y poder soñar despierto,
perseguir mil fantasías
en el patio de recreo.
Llevar mis cuentas al día,
con cifras de muchos ceros,
resolviendo mis problemas
con la ayuda de mis dedos.
Leyendo mil aventuras,
recorriendo el mundo entero,
conociendo personajes
surcando el mar en velero,
mirando absorto una mosca
que vuela directa al cielo.
Que todas mis pertenencias
quepan en un gran sombrero,
de donde salgan sonrisas,
amigos y algún conejo.
Con una mamá muy linda
y un papá muy lisonjero,
que te alfombren el camino
con caricias y te quieros.
Y al agonizar el día,
agotado del trasiego,
con una sabrosa cena
y un baño muy placentero,
bucear entre algodones,
abandonarme a Morfeo,
y entre nanas y oraciones
ser un niñito de nuevo.
Soñad con los angelitos...
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