A quien Dios no le da hijas, los hermanos y cuñados le regalan sobrinas. Ya sé que el refrán no es exactamente así, pero lo he adaptado a mi conveniencia.
Bien es sabido que he traído al mundo tres varones, tres, para cumplir con creces con Dios y con la Patria. Pero la Divina Providencia me ha premiado con un ramillete de sobrinas que son un primor, de parte de los Núñez tanto como por parte de los Gómez.
Y esta es Marta. Descalza mide un metro ochenta, rubia natural, 24 añitos, y sus medidas son de infarto.
Es bailarina de ballet, esperando su gran oportunidad una audición tras otra, incluso ha llegado a bailar en la Ópera de París. Y toda esa elegancia, mitad aprendida, mitad innata, también sabe pasearse con poderío por las pasarelas de la moda.
En familia siempre ha sido una niña muy cariñosa, buena estudiante y nunca ha dado ni un solo disgusto. Y ahora que vive independiente y lejos, está deseando propiciar una ocasión para reencontrarse con los suyos y ponerse al día de cada acontecimiento.
Hoy mi entrada en el blog te la dedico, porque tú lo vales, guapa...
Nos vemos en Navidad, nos espera nuestro divertido intercambio de regalos del amigo invisible.
¡BYE!
Pero qué envidia de mujer...!!!
ResponderEliminarTú no tienes que envidiar a ninguna mujer, Marta es una joya, y tú también. Un besito.
ResponderEliminarTiene la elegancia de su abuela concha
ResponderEliminarLa herencia genética es de primera calidad, en eso estamos de acuerdo, Mercedes. Un beso.
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