Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

lunes, 1 de agosto de 2011

Mis manos

 
     Cuando el sol ha dejado de hacer estragos con los rayos ultravioleta en la piel de los pobres mortales, despidiéndose parsimoniosamente por el horizonte, he salido a arrancar malas hierbas de la parte posterior de mi parcela. Están blandas como la mantequilla, y más secas que la mojama, así que para arrancarlas he utilizado simplemente mis manos desnudas. Ahora me doy cuenta de los arañazos que me he hecho, me pican, están ásperas y doloridas, pero soy así de bruta, más del campo que San Isidro. Rara vez uso guantes para tareas domésticas, y así me lucen luego las manos. Ni en su época de mayor esplendor fueron delicadas, y en la actualidad hay que añadir, al destrozo de los años, las oscuras manchitas típicas, consecuencia de los defectos de la producción de melanina, que le dan un aspecto que delata su deterioro por falta de cuidados, -llegados a este punto necesitan cuidados intensivos- e indudablemente por la edad.

     Pero opino que las manos no tienen como objetivo supremo lucir impecables. Soy una mujer eminentemente práctica, y yo las quiero para trabajar, para acariciar, para enfatizar mis palabras con sus movimientos, para transmitir a través de la danza, para tocar la guitarra, para aferrar a los que quiero, para infundir confianza, para dar...


     Exactamente igual que el pecho. Mujeres de mi entorno más cercano no quisieron amamantar a sus hijos para no estropear lo que ellas consideraban la joya de la corona. Yo he criado al pecho a mis tres hijos, y aunque no puedo decir que vaya a ganar ningún concurso de camisetas mojadas, puedo asegurar que las que privaron a sus hijos de lo mejor que podían darle, tampoco. Y es que hay que ser prácticos en la vida, en cada momento tenemos asignada una función a la que debemos responder, para no alterar el orden establecido por las leyes naturales. 



     También es verdad que hay personas a las que se le ponen las cosas difíciles, por ejemplo para dormir, para disfrutar del sexo, o para regular su flora intestinal. Tengo la suerte de no haber sufrido nunca de insomnio, frigidez o estreñimiento. Pero, ¡basta ya!, que me enrollo como una persiana, y me voy del coro al caño...



     El tema eran mis ajadas manos, y ya me retiro para embadurnarlas de crema hidratante,a ver si las enmiendo un poco.



              FELICES SUEÑOS A TODOS...

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