Este sábado han celebrado los Aparejadores, Arquitectos Técnicos y los recién estrenados Ingenieros de Edificación su fiesta anual. La reunión ha sido en el turístico y maravilloso Jerez de los Caballeros. Su patrón es San Juan Ortega.
Nacido en 1080 en Quintanaortuño (Burgos) y tras elegir el camino de la religión fue discípulo de fray Domingo de la Calzada, quien ya brillaba con luz propia en cuanto a santidad y como ingeniero constructor. Su obra está muy vinculada a la Rioja: iglesias, hospitales, puentes, caminos que suavizan la ruta jacobea...Falleció el 2 de junio de 1163, celebrándose cada 2 de junio su festividad.
Cabe destacar que en la iglesia románica de San Juan de Ortega, situada en plena ruta Jacobea junto a los Montes de Oca, ocurre dos veces a año lo que la gente ha dado en llamar el milagro de la luz: un mensaje simbólico legado por los constructores medievales.
En ambos equinoccios (21 de marzo y 22 de septiembre) un rayo de sol ilumina a las cinco de la tarde en hora solar, el triple capitel de la Anunciación, donde se ve claramente que la Virgen María se dirige al rayo de luz y no a San Gabriel como se representa en las demás Anunciaciones. Un rayo de sol que, colándose por un óculo, recorre e ilustra la imaginería de un capitel románico.
A principios de la década de los 70, durante el Pontificado de Pablo VI, la Conferencia Episcopal Española decidió nombrarle Patrón ante Dios de la asociación llamada Consejo Superior de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de España, con todos los derechos y privilegios correspondientes a tenor de las leyes litúrgicas.
El grupo asistente, menos que otros años anteriores, recorrió varias iglesias, la Alcazaba y sus preciosas vistas, acompañado de una guía que nos ilustró con sapiencia y simpatía. Las mozas del pueblo gozan de unas piernas y unos glúteos envidiables, gracias a las empinadas cuestas de sus calles, que hacen las veces de gimnasio al aire libre, siempre y cuando el calzado sea el adecuado y no suponga un riesgo innecesario para los trabajados tobillos, expuestos constantemente a distensiones ligamentosas. Yo tuve la osadía de patear su asfalto con unos altísimos tacones, y la suerte de no sufrir daño alguno, que para algo tenía que servirme mi buena forma física...
El buen día acompañó a la visita del grupo.
A la hora de comer, hicimos un recorrido por los bares que nos habían recomendado, para degustar las especialidades locales, que nos sentaron de maravilla para aguantar hasta la hora de la cena de gala, en el hotel "Los Templarios", a la que se incorporó otro buen número de asistentes, que no pudieron acompañarnos en la ruta matutina.
Por la noche, vestidos de grana y oro, y tras una espléndida cena, rematamos la velada con baile y unas copitas, hasta las 6 de la madrugada los más marchosos (entre los que me incluyo, faltaría más, con otros tremendos tacones de 15 cms...).
Hoy, jornada de reflexión..., quiero decir de recuperación..., que mañana hay que estar al 100% de rendimiento.
¡Nos vemos!
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