Así de requeteguapo está mi niño grande en su 52 cumpleaños. Como no es muy amigo de fotos, tiene el gesto un poco contrariado. Le he levantado de su ordenador para revolucionarlo con mis tonterías, pero deseo quedar constancia de su estampa después de pasar holgadamente su medio siglo.
A partir de hoy estoy un poco más libre de horarios de obligado cumplimiento y podré dedicarte más tiempo. Lo de menos es dónde pasaremos estos días, lo importante es que los pasemos juntos. Da lo mismo si llueve o hace sol, compartiremos las condiciones meteorológicas. Escucharemos con despreocupación la alarma del despertador, y nos abrazaremos en la madrugada. Charlaremos sin prisas de temas intrascendentes delante de una taza de café. Pasearemos sin rumbo, mirando un horizonte cada vez más despejado. Aunaremos fuerzas para sobrellevar los envites de la rutina.
Barrunto tiempos mejores para dentro de poco. Yo te elegí para lo bueno y para lo malo, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida. Y sabes que lo que prometo, lo cumplo.
(...) Y YO TAMBIÉN.
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