Fuimos desde Tafalla hasta Etxalar bajo una persistente lluvia. Se trata de un bonito y pequeño municipio al norte de la Comunidad Foral de Navarra, cuya población en 2017 era de 808 habitantes. Lo elegimos por su ubicación, para hacer las visitas a tres cuevas en los alrededores, por lo que reservamos alojamiento para dos noches.
Etxalar es muy conocido por las palomeras, tradición centenaria que consiste en cazar palomas mediante redes, y que está declarada Bien de Interés Cultural. Un sistema único en toda la península ibérica, que no necesita ningún tipo de arma para cazar.
Estas palomeras se encuentran situadas en el collado de Lizaieta que pertenece al término municipal de Etxalar, a 8 km del núcleo urbano, justo en la frontera con el pueblo vasco-francés de Sara (una de las cuevas que queremos ver). Al ser uno de los pasos de menor altitud de los Pirineos, millones de aves lo aprovechan en su migración anual.
Para nosotros, extremeños de secano, las vistas desde nuestra habitación nos parecieron paradisíacas: todo verde y un riachuelo a los pies del balcón de nuestra terraza.
La habitación muy bonita. Incluso teníamos jacuzzi en el baño, para relajarnos cuando volvíamos de las excursiones. Las instalaciones decoradas con buen gusto y la oferta gastronómica, inmejorable.
Días para el recuerdo. Pero, por si la memoria flaquea, aquí queda el archivo para refrescarla con el paso del tiempo, tan cruel e implacable.
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