Me brotaron las lágrimas cuando recibí la fatídica noticia esta mañana. Tuve que releer el whatsapp varias veces para dar crédito a lo ya irremediable. Es verdad que hace tiempo que no te veo, pero tu hija me cuenta sobre ti de vez en cuando. No podía ni imaginar este desenlace, en unas fechas en las que casi todos hemos salido en desbandada, después de este curso tan duro.
Me encantaba verte aparecer por la mañana en la sala de profesores, saludando con alegría: "Buenos días nos dé Dios". A lo que había que contestar seguidamente: "Y la Virgen Santísima nos acompañe. Amén".
Gracias por haber sido tan buena compañera conmigo, desde que entré a formar parte del equipo de maestras de nuestro querido colegio. Tengo la inmensa fortuna de haber compartido contigo muchos años de trabajo, en los que me has dado ejemplo de responsabilidad, de entrega, de vocación, de actitud positiva frente a las dificultades, de buen humor, de cariño verdadero con tus alumnos y con tus compañeros.
Al cabo de unos años entré a formar parte de "Las Chicas de Oro", de las que yo sola quedo en activo. En esa foto de la Navidad de 2019 celebrábamos la jubilación de Puri y Toni Gutiérrez, junto a otras dos compañeras de Secundaria. Lo pasamos estupendamente recordando viejos tiempos.
Tú te jubilaste en diciembre de 2011 y también fue un día entrañable, cargadito de emociones.
Te dediqué unos versos en los que volqué todo el cariño sincero que siempre te he profesado.
CON EME DE MARIBEL
Hoy quiero contar un cuento
con princesas de papel,
con duendecillos traviesos,
con grandes dosis de fe,
con vocación y paciencia
para enseñar a leer,
a sumar los corazones,
dar besos de diez en diez,
hacer turismo en los mapas,
a conversar en inglés,
a redactar mil historias
imposibles de creer,
a vivir mil aventuras,
y en el recreo correr
detrás de un sueño lejano
que no se deja coger.
Hoy quiero contar un cuento
con eme de Maribel,
con ese de señorita,
con el tacto de tu piel,
con el color de tu pelo,
con tu forma de querer,
con tu sincera sonrisa
y tu mirada de miel.
Hoy quiero contar un cuento,
escribirlo con pincel,
y perfumarte de cariño
de la cabeza a los pies.
Todos los que hemos compartido parte de nuestra vida contigo te vamos a echar mucho, muchísimo de menos. Pero nos quedan tu estela, tu recuerdo, tu ejemplo como persona y la suerte de haber estado a tu lado algún tiempo.
Que la tierra te sea leve, Maribel.
Adiós, tocaya querida.
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