SEXO Y DINERO.
Hay dos factores que mueven el mundo real como potentes motores, que son el sexo y el dinero. Y esta afirmación es tan válida para el momento actual como lo ha sido desde los albores de la Humanidad. La historia evolutiva del hombre le ha adjudicado el papel de proveedor de recursos, y su nivel de éxito en este rol siempre va unido a la atracción que ejerce sobre las mujeres. Existen estudios científicos recientes que afirman la relación existente entre los niveles de testosterona y la tendencia a asumir riesgos financieros. Es la conclusión de estudios llevados a cabo por especialistas en el campo de la neuroeconomía. Puede parecer primitivo, pero los hombres se arriesgan para conseguir el dinero que les proporcione el poder que finalmente les facilite tener mujeres en su entorno más cercano.
Una profesora universitaria norteamericana es la responsable de un estudio centrado en descubrir la relación entre el sexo y el dinero con una zona en forma de V que se encuentra en la base del cerebro, y que influye notablemente en las sensaciones de placer. Cuando se estimuló esa zona con la visión de imágenes eróticas, los hombres del experimento se mostraron más propensos a apostar con mayor riesgo en un juego de azar, circunstancia que no se produjo al ver imágenes de pánico o de miedo, ni tampoco al visualizar imágenes neutrales.
Un psicólogo colaborador en este mismo estudio concluyó que existe una estrecha relación entre la excitación sexual y las decisiones financieras.
Es posible que en el caso de las mujeres exista un vínculo similar, aunque no se hizo un estudio paralelo para asegurarlo, porque en el caso de ellas es más complicado encontrar imágenes que las estimulen, teniendo en cuenta sus diferencias de gustos y percepciones.
Se puede asegurar que el cerebro del hombre relaciona de alguna manera el sexo con el dinero, no entendiendo pagar por tener sexo, sino que establecen un vínculo entre estímulo sexual y operaciones financieras de riesgo.
Según los biólogos, hasta la ameba más pequeña existente tiene dos necesidades básicas: la supervivencia y la reproducción. La especie humana sigue ese mismo mecanismo primario, de una manera algo más sofisticada. Técnica: el dinero. Quien tiene más recursos económicos tiene más éxito con el otro género.
Aunque, para hacer honor a la verdad, hay que decir que estas teorías también tienen sus detractores.
No es necesario hacer un exhaustivo estudio estadístico para darse cuenta de la realidad que vivimos: muchos señores de edad madura y consolidada posición económica y social se rodean de mujeres de bandera visiblemente más jóvenes. A él se le valora por méritos propios, y a ella se le ve el plumero, según todos los indicios.
También pueden verse, en ocasiones excepcionales, señoras que han pasado ampliamente la etapa de la menopausia con guayabos de carnes prietas “babeando” por ellas. Y cuando se da esa infrecuente circunstancia, la lectura es transparente: ella aporta el nivel económico y social y él a cambio sus atributos físicos.
Ahí lo dejo, para la reflexión del personal.
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