El curso ha sido largo, trabajoso, y con menos premios que el anterior, porque no siempre las cosas salen de manera tan espectacular como en 2.013. Pero, aún cuando haya sido menos brillante, ha tenido grandes momentos. El mejor premio me lo llevé en el claustro final. Al término de la reunión de todo el profesorado, y a modo de acción de gracias, salió Santi, acompañado de su guitarra, junto a una nueva compañera, Laura, antigua alumna del centro.
Comenzó a explicar el motivo por el que Laura le acompañaba, que no era otro que representar la letra de la canción que iba a cantar con la lengua de signos, de la que es una experta. La idea era no solo escuchar la música, sino ver la letra en imágenes.
Comenzó a explicar el motivo por el que Laura le acompañaba, que no era otro que representar la letra de la canción que iba a cantar con la lengua de signos, de la que es una experta. La idea era no solo escuchar la música, sino ver la letra en imágenes.
Yo estaba sentada en primera fila, y seguía sus palabras con suma atención, expectante al resultado de sus ensayos, cuando prosiguió diciendo que quería dedicársela a una persona en especial. ¡Y me señaló a mí...! Yo no salía de mi asombro, intentando adivinar el motivo para ello, puesto que no era mi cumpleaños ni nada por el estilo, cuando recordó a todos que la letra de la canción se la regalé yo a él en forma de poema, al que él puso música. Con ella ganó un concurso de voces nuevas en Madrid. Me sentí verdaderamente feliz y orgullosa, una vez más, de mi amigo y compañero del alma.
Buen broche final de curso.
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