Desanda el reloj sus pasos sobre
una ajada alfombra de destiempo.
Negros velos entorpecen la senda
de tus recuerdos, y una cortina de tules ciegos prendidos a tu memoria cubren
de oscuridad tus repetidos y grises días.
Sombras tenebrosas atizan sin
piedad tus temores enterrados, avivando la llama del miedo, mientras un
regimiento de angustias apuntala de silencios tu garganta entre suspiros
ahogados.
Las telarañas se estremecen
triunfales en cada esquina del ayer, apresando al vuelo cada pasaje de tu
pasado.
Una nube de ruidosos pájaros ha
enturbiado tu conciencia, la gran tormenta se ha instalado sobre tu aura.
Bebiste de las aguas del Leteo y
ahora vomitas sus lodos. Ya no hay vuelta atrás desde tu mundo de fantasía
onírica.
Pronto avistarás la luz que te
llevará de la mano a un universo de paz, donde te esperan sonrisas y abrazos largamente
anhelados.
Temblarán a tu paso abanicos de colores,
como un soplo de emociones, y la calle se inundará del triste aroma de los
adioses.
El mar retira sus olas para dar
impulso a un tsunami de días exterminados, que anegará con espuma de lágrimas
los corazones desolados.
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