Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Sayonara, baby



Espero que el 2015 no termine matándonos, como Terminator a T1000 en la segunda entrega de la película, justo después de esta ya famosa despedida con marcado acento japonés. Este duro año no nos ha ahogado de milagro, pero nos ha apretado el cuello hasta dejarnos cianóticos. No me va a dar ninguna pena condenarlo al ostracismo y al olvido cuando suenen las campanadas en la Puerta del Sol. Pondré la alfombra roja al 2016, y rezaré para no tener que dar la razón al dicho “cualquier tiempo pasado fue mejor”. 



Porque mi esperanza de que vendrán tiempos mejores está intacta después de tantas tempestades. Hemos tocado fondo para tomar impulso en la ascensión, y conseguiremos sacar la cabeza del agua para tomar aire, confiemos en ello, por muy difícil que nos lo pongan. Estoy indignada, cansada, decepcionada, enfadada con este insufrible año que caduca, y lo despido para no verlo nunca más. No me han gustado sus emponzoñadas historias, sus podridos personajes “made in Spain”, sus cifras del paro, su pobreza energética, sus conatos de desmembramiento, sus trágicos acontecimientos dentro y fuera del territorio patrio. Como cantaban Los Amaya a ritmo de rumba: “vete, me has hecho daño, vete…”  



               Sayonara, baby. Continuará…

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