Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Viaje relámpago

     Ha habido un triste paréntesis en mi descanso estival. A tía Manola se le acabó su tiempo sin derecho a prórroga. Su corazón le dio un empellón certero que la desterró a la umbría de los cipreses.

     En Badajoz se dieron cita abrazos y lágrimas, entre saludos que hubiesen preferido no salir de su escondite, y adioses precipitados que querían alargarse. Badajoz fue lugar de encuentro no deseado.

     Nos ha dejado huérfanos no solo a su marido, a sus cuatro hijos, yernos y nueras, a sus adorados nietos, sino a una gran familia para la que ha sido siempre un nexo de unión clave. A tu alrededor, por tu iniciativa y en tu casa, hemos celebrado reuniones con y sin motivo aparente: matanzas, cumpleaños, barbacoas, prebodas, aniversarios... Entrada libre y por la puerta grande a todos y cada uno de los miembros de la gran familia que formamos.

     Nos queda un enorme vacío que nadie podrá llenar. La iglesia de Santo Domingo se quedó pequeña para dar cabida a todos los que fueron a despedirte. Durante todo el funeral te imaginaba organizando los bancos, acoplando a la gente en los coches para ir al cementerio, colocando la inmensa cantidad de flores para que lucieran... con esa vitalidad y esa capacidad de mando que te caracterizó siempre, y con tu sonrisa perenne dibujada en la cara, para obsequiar a los que te queríamos, o tal vez con esa lagrimita que se te escapaba sin represión cuando algo te tocaba la fibra sensible, y todo ello con el glamour y la presencia que irradiaba luz por donde pasabas.

     Ahora estoy todavía haciendo un esfuerzo para convencerme de que ya no estarás en la tienda cuando entre, de paso por la calle Menacho, para darte un beso, charlar un poco de todo y aprender de tus sabios consejos. 
     Los pensamientos se me escurren entre las teclas y soy incapaz de ordenarlos.

     Voy a darme un paseo por la orilla del mar, puede que el borboteo de las olas me traiga un mensaje tuyo enredado con la brisa.








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