Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

jueves, 23 de agosto de 2012

Masticando la vida


                                                Masticando la vida.

     Ya había olvidado lo que se siente al despertar y encontrarse con todo un día por delante para administrarlo en beneficio propio, sin obligaciones para con nadie.
     Así como la abeja vuela de flor en flor, haciendo acopio de dulzura para sus mieles, voy yo paseando por los largos días estivales, masticando la vida, disfrutando el regalo de la salud, dejándome vivir.


     Y cuando cae la noche, con el primer lucero brillando en el enlutado manto celestial, testigo mudo de mi paz colgando del universo, me invade un escalofrío sublime, que anuncia un sueño de frescas delicias con fecha de caducidad.
     Pronto llegará la gran culebra que dibuja el camino de hierro, serpenteando por los albores del otoño, trazando grandes eses. Y ese tren, que arrastra tras de sí vagones que son mares de sudor y lágrimas de sangre, transporta viajeros previo pago de un billete que les ha supuesto un purgatorio de privaciones. Unos han subido con el imparable tren en marcha, y otros a empujones, como los mártires cristianos entraban en la arena del circo, en un acto obligatorio de heroísmo y entrega.


     Y sonrío, de miedo, pero sonrío, mientras mis facciones se van apergaminando irremediablemente.
     Ese heroísmo nuestro, diario, de echarse a la calle, va a centuplicar su mérito este último trimestre. Perorar, expresarlo con mil circunloquios y perífrasis, no cambiará este hecho.


     Caminaré con la frente erguida, pero el miedo, que es libre como un pájaro, pintará de humildad mi mirada y borrará de mi expresión cualquier vestigio de vanidad.
     Empiezo a tomar conciencia del destino que me espera, agazapado para sorprender a su presa. Es cuestión de tiempo bucear en sus lodos.

                                                                                La Antilla,23 de agosto de 2.012
 


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