Ignoro si está en nuestras manos solventar, además de la ruina económica, la crisis de valores que padecemos.
Hace unos días se publicó en prensa la foto de Carmen Lomana, esa dama sexagenaria de plástico, colágeno y silicona, asistiendo a una entrega de premios, aunque ninguno estaba destinado para ella. Malpensada que soy, supongo que alguien “subvencionó” su pintoresca presencia, y a saber con qué cifra.
El sábado, en televisión, emitieron la entrevista a la madre de uno de los acusados en el caso de Marta del Castillo. Se dice que cobró la indecencia de 9.000 € por contar lo que quiso de este siniestro personaje.
Da la impresión que todos hemos acordado tácitamente absolver, a fuerza de ignorarlos concienzudamente, hechos tan lamentables. Me pregunto dónde empieza la ingenuidad de algunos y hasta dónde llega la tolerancia y la hipocresía de otros. Lo que detecto es la indignación creciente que suscita en el ambiente.
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