Mamá ha cumplido 90 años. Una larga vida llena de luces y sombras administradas por la mano del destino a lo largo de 90 calendarios. En su rostro resisten al tiempo vestigios de lo que ha quedado en la memoria colectiva de sus paisanos como una gran belleza. Ninguno de sus hijos ha heredado su finura. Pero lo mejor en María no es la envoltura, sino los méritos que atesora bajo ella: su espíritu de sacrificio, su entrega desinteresada por los suyos, su amor propio y su admirable fuerza de voluntad.
Hace 24 años que camina sola por la vida sin el que fue su compañero durante más de cuatro décadas, porque sus hijos, mis hermanos y yo, no hemos podido en modo alguno paliar o minimizar su ausencia. Supo hacer valer su capacidad de resiliencia y rehacerse tras tan dolorosa pérdida, reanudando su camino en solitario.
Solo me queda desearte un futuro, el que tenga que ser, en paz con el mundo y contigo misma, y colmado de serenas alegrías.
¡Felicidades, mamá!
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