La motivación, si he de ser sincera, fue ver en el frutero unas cuantas manzanas venidas a menos, que estoy segura que ninguno se comería. Y como soy de las que, si puedo, no tiro comida, pensé cómo podría incluirlas en un postre, en el que no tuviesen que lucir la piel, algo marchita, que el tiempo condenadas al olvido les había imprimido.
-Tres huevos
-Un yogur de limón
-Una medida del vasito de yogur de harina blanca, otra de harina integral y otra de Maizena. Supongo que puede sustituirse harina por pan asentado, la miga más que la corteza, triturándolo en la batidora junto a la fruta. En otra ocasión lo haré así.
-Una medida de azúcar
-Un buen chorro de leche condensada
-Un sobre de levadura
-Tres manzanas peladas y troceadas, trituradas en la batidora con un vaso de zumo de naranjas recién exprimidas. Recordé las papillas de frutas que durante años tuve que preparar para mis tres hijos, cuando eran pequeños.
Lo metí en el horno 50 minutos a unos 150 grados.
Su textura y su volumen se parecen más a un pudin que a un bizcocho, pero está de vicio. Lo he adornado con unas pasas sultanas sin semillas. Riquísimo.
¡Bon appetit!
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