Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

martes, 25 de enero de 2011

¡Cómo hemos cambiado!






No hace tanto tiempo que las mozas en edad de merecer intentaban mantener inmaculado su currículum amoroso, incluso cuando estaba marcado por deslices que a toda costa trataban de disimular ante el prójimo. De la misma manera, era corriente que los mozos se pavonearan de sus conquistas entre sus congéneres, incluso cuando no eran más que meras fanfarronadas, fantasías o tensiones sexuales no resueltas. Ese era el panorama, que en nada se parece al actual. En los tiempos que corren, lo que les mola  a las chicas -ciertas chicas, afortunadamente- es publicar con orgullo a los cuatro vientos, y si es a cambio de un suculento cheque, mejor, los encuentros cameros con el famosillo de turno que, a su vez, jura y perjura tratando de justificar su no intervención en los hechos. "Pío, pío, que yo no he sío", y ellas, erre que erre, dando detalles minuciosos de manchas corporales y lunares de nacimiento, de la distribución del mobiliario del nidito de amor, o enseñando sms comprometidos -previamente guardados al efecto-  como demostración de la veracidad de los actos que la víctima masculina niega y reniega. ¡Cómo ha cambiado el cuento! Es una lástima, pero probablemente son daños colaterales de esta crisis que nos está asfixiando. El AMOR, ese sentimiento puro, espontáneo y libre, que no conoce diferencias de edad, barreras geográficas, escalones sociales o circunstancias históricas, está en busca y captura. Escondido, acobardado, acongojado, acojonado. Es lo que hay. Vivir para ver. Yo, que fui educada en un colegio de monjas, Señor,  Señor...

Bueno, pues nada, corramos un "estúpido" velo y disfrutemos del espectáculo de esta artistaza casi de ciencia ficción. Total, para lo que vamos a conseguir cambiar en el mundo de Cupido, mejor nos quedamos a verlas venir.





Bye.

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