Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

martes, 18 de diciembre de 2018

Equivocada


Ahora sé que estaba equivocada. 
Cuando era muy joven creía que acabar mis estudios era la clave de la felicidad que buscaba. Tener novio, trabajar, casarme, construir mi propia casa, tener hijos, comprar un coche… Más tarde creí que la felicidad llegaría a pleno rendimiento cuando mis hijos volaran del nido para emprender su propio camino. 
He comprendido que no, que la felicidad estuvo cada día al alcance de mi mano y no supe verla. Me ha costado años entender con claridad que la felicidad, la verdadera felicidad, esa que te empapa como una esponja, está en un abrazo apretado, en una palabra amable, en una sonrisa cómplice, en un te quiero susurrado al abrigo de las sábanas, en una canción repleta de buenos recuerdos, en la lectura de un libro a la orilla del mar, en la satisfacción de una tarea hecha con esmero, en un amanecer o en una puesta de sol… 
Lástima haber estado ciega durante toda la vida, porque ¡cuántos momentos de felicidad no he saboreado esperando encontrarla en el sitio equivocado…!


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