Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

martes, 13 de noviembre de 2018

Zapatos de niños



Leo con desasosiego que el Gobierno quiere que los alumnos puedan sacarse el título de Bachillerato aunque tengan una asignatura suspendida. Cada novedad que se incorpora en Educación, lejos de subir el listón académico, no hace más que empeorar el nivel de nuestros estudiantes desde hace décadas. Una cosa es teorizar desde el cómodo sillón de un despacho (¡qué bonitos son los estándares de aprendizaje…!) y otra bien distinta empolvarse las manos de tiza mientras lidias con más de 25 alumnos por aula en horario lectivo y con sus correspondientes progenitores en otras franjas horarias. 
Flaco favor le hacemos a nuestros niños y jóvenes dándoles todas las facilidades, poniéndoles en bandeja lo que deberían ser responsabilidades de ellos, porque sin darnos cuenta, aunque sea con la mejor intención, estamos gestando una nutrida generación de inútiles, pusilánimes y comodones que no saben hacer la o con un canuto, pero saben reivindicar derechos desnudos de obligaciones. 



Dejen los padres que sean los niños los que apunten sus tareas, los que estén pendientes de entregar a tiempo los trabajos que se les piden, los que estudien las materias haciendo sus esquemas y resúmenes, los que planifiquen su horario de tarde para atender a todas sus actividades, los que hagan sus dibujos y sus manualidades, aunque no queden perfectos, los que preparen su ropa de deporte la noche antes de la clase de Educación Física; dejen los padres que sus hijos aprendan a aprender, aprendan a fracasar, aprendan a esforzarse, aprendan a descubrir, aprendan a equivocarse, aprendan a empatizar, que aprendan a aburrirse. Sí, a aburrirse. También, no pasa nada. Los niños tienen que andar su propio camino, padres y profesores tenemos que indicarles el sendero, no meternos en sus zapatos.


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