Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 11 de agosto de 2013

El ojo que te ve


Vivimos una página de la historia en la que decir la verdad, lejos de ser un valor en alza, es un riesgo para héroes. Lo son Assange y Snowden, que en un arrebato de sinceridad responsable, han renunciado a su libertad para invitar a la reflexión a millones de usuarios de las redes sociales, que sepan que la contrapartida del privilegio de formar parte de un mundo globalizado es vivir bajo vigilancia. 


Con qué desenfado y ligereza aportamos voluntariamente datos personales a través de nuestro teclado, confesamos nuestros gustos, nuestras ideas religiosas, nuestras preferencias políticas, qué estamos haciendo y con quién en cada momento y dónde estamos o vamos a desplazarnos el próximo fin de semana o las próximas vacaciones, ilustrándolo con fotos que dan fe de ello. Datos fiables que dejarán una huella perenne e imborrable, aprovechada en su favor por indeseables y desaprensivos, siempre alerta como fieras al acecho. 


Los satélites al servicio del espionaje mundial interceptan diariamente millones de comunicaciones a través de “palabras clave”. Soy bloguera desde hace más de dos años, y siempre me ha llamado la atención que la primera visita a cada nuevo post publicado proceda de EEUU. ¿Tengo un fan incondicional al otro lado del Atlántico, o un censor que examina todo lo que escribo…? Lagarto, lagarto.


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